"¡Mamá, mamá!¡Hemos ganado! Y además he metido 2 goles..." ¿Quién no recuerda estas palabras o similares al llegar a casa después haber conseguido una victoria con tu equipo de toda la vida, El Bosco de Arévalo?
Todo era perfecto, ibas con tus amigos a entrenar dos o tres días a la semana haciendo lo que más te gustaba, que era jugar al fútbol y aunque en ocasiones los entrenadores te hacían correr, al final era para que el fin de semana pudieras dar todo por tu parte.
Innumerables campos de tierra han sido testigos de victorias y de derrotas que siempre quedarán en el recuerdo, sí de tierra.